Relaciones Tóxicas (Parte 1)

Relacionarse es inevitable

En todas las realidades posibles donde nos encontremos, siempre entraremos en contacto con alguna otra entidad viva, ya sea humana, animal, vegetal o mineral. Desde este prisma, podemos entender que constantemente hay una interacción, por más que no seamos conscientes de ella. Tenemos que lograr activar la respuesta a una pregunta esencial: 

¿Qué es lo que implica el entendimiento profundo de nuestras interacciones y cómo interactuamos con todo lo que nos rodea?

Para profundizar en el entendimiento de las relaciones tóxicas, debemos comprender que hay dos tipos de percepciones de esta realidad:

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Foto por Jeremy Bishop en Rawpixel

  1. La percepción relacionada al enfoque psicológico occidental. Esta nos describe, muy detalladamente, los efectos nocivos que genera en nuestra vida y aconseja cómo evitarlos, aquí intentaremos hacer un análisis profundo de este tema. Esta percepción solo se logra activar al comprender la opresión que sufrimos. Una guía que nos ayude a maniobrar las emociones resultantes es muy aconsejable.
  2.  La comprensión espiritual de que todo lo que nos sucede, es por un beneficio mayor. Ya sea que lo aceptemos conscientemente o no, tendremos que activar el intelecto; para poder trascender las programaciones que nos fueron instaladas. Desde esta prerrogativa podemos comprender que siempre estamos recibiendo una ayuda divina, en pro de conocernos a nosotros mismos.

Cuando estamos compartiendo nuestro tiempo con otras personas, hay un constante intercambio energético que podemos percibir, incluso si desconocemos esta realidad. Activar un estado de concientización, generará que la percepción de esta energía incrementa la racionalización con la que la percibimos.

Gúrus y discípulos

Al referirme a “Gúru y discípulo”, podríamos entenderlo como “Dador y Receptor”. Es habitual que la visión del “Gúru” como un dador de conocimiento esté establecida en nuestra mente, incluso cuando muchas veces no comprendemos muy bien qué significa esto. 

Todos nosotros somos, en algún momento, Gúrus o discípulos. Cuando comprendamos la funcionalidad de esta realidad, podremos discriminar con quién estamos interactuando. Esto nos ayudará a entender la mejor forma de relacionarnos. Generalmente estamos bastante distraídos con el entorno, pero si queremos un cambio en nuestras relaciones es esencial percibir cómo fluyen estas energías. Esto nos ayudará a hacer un buen uso de nuestra propia energía. Valorarnos implica valorar nuestra energía y, consecuentemente, comprenderemos quien nos da energía o quién nos la roba.

Así como algunas personas que nos cruzamos solo están destinadas a ser nuestros discípulos, otras siempre serán nuestros gurus. Ahora bien, tenemos que entender que la reciprocidad es necesaria en toda relación, esto nos ayudará a armonizar los niveles de energía que salen o entran.

La posición del “Guru” es habitualmente conocida como “el que enseña”. Más allá de que haya muchos diferentes niveles de Gurus, así como también muchas diferentes ramas en donde uno puede ser un Guru. 

Tanto en un deporte como en la cocina, siempre habrá alguien que pueda enseñarnos y alguien de quien podamos aprender. Ahora bien, entendiendo esta ecuación, no está mal que nos reconozcamos a nosotros mismos como Gurus de algo, a la vez como discípulos.

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Vyasadeva impartiendo conocimiento a su discípulo.

Nuestra experiencia se irá incrementando con respecto a cómo vayamos comprendiendo en qué momento estamos, qué papel estamos desenvolviendo y ante qué persona lo estamos haciendo. Observando estos detalles, inconscientemente comenzaremos a cambiar nuestro accionar. Es un mecanismo de defensa natural.

Dependiendo de cuanto nos dediquemos a cultivar nuestra conexión con lo divino, se irá manifestando un potencial natural. A la hora de comprender el mundo en que vivimos y nuestra conexión con Él, iremos comprendiendo la fluidez de las energías. Esto, nos ayudará a discriminar basándonos en experiencias previas.

La simbiosis de la reciprocidad

El agradecimiento puede ser manifestado de muchas maneras. El problema está cuando hay una carencia de reciprocidad a la hora que interactuamos con los demás. Ya sea desde nosotros hacia los demás, como de los demás hacia nosotros. Es una simbiosis que necesita ser establecida en una armonía natural para que las relaciones no se transformen en toxicidad pura y dura. Cuando las relaciones son tóxicas, mantenerse apegados a ellas implica que ya estamos dentro de un círculo vicioso y es compulsorio salir de él.

Para profundizar más en el asunto, será necesario que desenvolvamos un sistema de alertas. Cuando maniobramos con estas energías, las variedades de intercambios emocionales, intelectuales e incluso psíquicos, con el pasar del tiempo, pueden llegar a transformarse en obstáculos más grandes. 

La energía está en todo, alguien puede darnos una casa, una tierra, un coche, una palabra de agradecimiento de corazón, la compañía en nuestra soledad o lo que sea, todo conlleva una energía. Lo que estamos analizando aquí es esa energía, no la forma en que se manifiesta. Es esencial que desenvolvamos un ojo muy refinado para percibir dicha reciprocidad.

Cuando sentimos ser los únicos dadores en la relación, incluso viendo que la otra persona se esfuerza por ser recíproca, puede que tengamos la sensación de no sentirnos satisfechos. Tal vez tengamos que poner la relación en la balanza ¿Hasta dónde somos capaces de implementar el amor por dicha persona?, ¿El tiempo que ofrecemos es recompensado?, ¿Sentimos reciprocidad o nos sentimos usados?.

El amor es el único motor que empuja nuestro deseo de dar nuestra energía hacia los demás. Las cualidades como la misericordia, la compasión, la comprensión, la empatía y todas estas herramientas que un alma sabia ya debería haber activado, no son más que mecanismos puestos en acción por el amor incondicional. Todos tenemos una dosis de amor en nuestra existencia. Es esencial que discriminemos cuando este amor es sincero o está condicionado al egoísmo, ya sea nuestro o de los demás. 

Las personalidades tóxicas absorben nuestro tiempo y energía, y la mayoría de las personas ni siquiera percibimos el impacto negativo que nos generan y/o generamos. Tenemos que tener en cuenta que todos tenemos una porción de todas las personalidades tóxicas, ya sea de manera consciente o inconsciente. Aquí haremos un estudio profundo de estas personalidades. Recae en nosotros el hacer un autoanálisis para descubrir qué porcentaje de ellas tenemos en nuestra mente y, consecuentemente, trabajar para erradicarlas.

¿Cómo detectar las Personalidades Tóxicas?

Ya sea en el trabajo, en la escuela, en la familia o en nuestro fuero interno, siempre hay una partícula de toxicidad dispuesta a manifestarse. Tenemos que estar muy atentos si deseamos estar verdaderamente libres de toxinas y a la vez, dispuestos a ayudar a los demás para que también puedan percibirlas. Esta actitud es una retroalimentación natural que establece vínculos muy positivos.

La toxicidad lastima, concientizarnos de este hecho nos ayuda a activar el mecanismo de defensa necesario para poder contrarrestar, no es mala idea. Tenemos que entender que tendremos que poner mucho de nuestra parte, para alterar estas toxinas. Transformándonos en personas que aporten a lo positivo, desde ambas plataformas, la intelectual racional asi como también la emocional.

Posibles personas tóxicas

Hay muchas variantes de personalidades que pueden llegar a nuestra vida, ya están en nuestra vida, o incluso pueden estar afectando la vida de algún ser querido y esta persona no se da cuenta. Aquí dejo algunas de ellas, no son todas pero pueden ayudarnos a comprender otras, ya que siempre hay vestigios de ciertas actitudes en toda patología.

Personas excesivamente entrometidas

Generalmente son obsesivas y compulsivas. Su meta aparente es interiorizarse lo máximo posible en los detalles más íntimos de todas las personas que se cruzan. Estas entidades disfrutan del sufrimiento ajeno y usan las informaciones para criticar y menospreciar a los demás. Generalmente sucede por una carencia de autoestima, cuando se disminuye a una persona automáticamente uno se posiciona en un status superior. Obviamente que es de una manera superficial, ya que internamente están muy distantes de conocerse a sí mismos. Estas personas son muy perjudiciales y no es aconsejable depositarles ninguna confianza.

Personas Autodestructivas

Estas entidades están buscando constantemente una excusa para estar deprimidos. Generalmente, usan la idea de victimismo como método de atención en pro de conseguir cariño producto de la lástima de las víctimas a quienes se acercan a chupar su energía. Les cuesta mucho reconocer la responsabilidad sobre sus actos y generalmente tienen alguien o algo a qué echarle la culpa. Son esencialmente dramáticos y están prontos para explicar con excusas como es que ellos están acertados en su visión del mundo. Lógicamente, carecen de la capacidad de autocrítica y generan un desgaste intenso en las personas que se acercan, más aún si estas personas son nobles. 

Tienen la tendencia a bloquear a los demás. Se quejan constantemente, situándose en víctimas, intentando responsabilizar a los demás de sus realidades.

Los Narcisistas Compulsivos

Estos seres tienen una característica muy visible en su conversación. Hablan constantemente de sí mismas como punto de comparación con respecto a todo, sus logros, sus posesiones, sus capacidades, etc. Carecen de empatía o aparentan ser empáticos para poder usar finalmente esta herramienta para sublimarse a sí mismos. Todas las actitudes de aprendizaje solo son direccionadas al engrandecimiento de sus egos y para comprobar a los demás “qué tan increibles son”. Lógicamente disminuyen a todos, ya que nadie puede estar a la altura de ellos. Para estas personas serás invisible, lo más aconsejable es que te distancies lo más pronto posible de ellas.

Los Vampiros Emocionales

Estas personas abarcan un gran número de patologías, ya que lo necesitan para poder establecer su personalidad. Son muy pesimistas y generalmente observan todo con un ojo crítico malintencionado, todo está mal o es negativo para ellas. Como resultado de interactuar con estas entidades, uno desenvuelve un cansancio sin razón aparente. Es claro que nos están chupando la energía y no solo a nivel emocional, ya que termina afectando nuestro cuerpo físico. 

Jamás emanan una solución a alguna situación, buscar dicha solución implicaría que no tendrían más su fuente de energía, que es la búsqueda constante de problemas. Critican despiadadamente y es muy fácil descubrirlo. Cuando les permitimos desenvolver dicho pesimismo, podemos ver cómo rápidamente intensifican su enfoque negativo de la vida. En este estado de conciencia, continúan proyectando irá constantemente, sosteniendo así la excusa perfecta para mantener su perfil psicológico.

El Personaje Inventado

Son muy exclusivos, ellos lograron perfeccionar una red de ideas perfectamente entrelazadas, soportando su papel en la obra de teatro en que su mundo se ha transformado. Para ellos nunca seremos más que actores del melodrama que han creado, consecuentemente también crearon en nosotros cualidades o “poderes” que no nos pertenecen. 

Es muy difícil conocerlos verdaderamente, ya que mantener su teatro es lo que hace con que su mundo se mantenga vivo. No desean ser conocidos como son realmente. Solo  dan a conocer su muy elaborada personalidad, donde cada realidad visible no es más que una ficha estratégicamente puesta en escena. Ellos nunca serán beneficiosos para nosotros, construyen una realidad ficticia de nosotros, viven una vida falsa y pretenden que nosotros también vivamos como ellos.

El Terapeuta Constante

Estas personalidades generalmente tienen la idea de poseer la verdad absoluta o, incluso, si necesitan activar una aparente humildad, lo hacen para darle un toque de aparente sabiduría a su personaje.

Generalmente, son muy versadas en psicología, la mente humana y con una predisposición filosófica muy fuerte. Cómicamente, pueden llegar a ser útiles, ya que generalmente son motivados por un deseo sincero de ayudar a los demás. Siempre están dispuestos a analizarnos, pero, esta actitud hace que no puedan tener una relación cotidiana. Piensan que todo y todos son escudriñables. Esto puede llegar a ser muy incómodo, especialmente cuando alguien simplemente los tiene como amigos. Incluso, a veces se ciegan a sí mismos, opinando como expertos en cosas que no conocen. 

Es un hecho que tienen un ego bastante exaltado. La autocrítica que emplean habitualmente es para descubrir en sí mismos más mecanismos para poder analizar a los demás. A veces pueden ser observados como si no pudieran desenvolver verdadera empatía, ya que su raciocinio no los deja ver al prójimo como un igual. Siempre necesitan establecerse como superiores.

Los Envidiosos

El menosprecio es la base de su interacción con los demás. Al sentirse insatisfechos por los logros de las otras personas, es compulsorio disminuirlos, ya que necesitan establecerse en un plano superior. Nunca valoran nuestros esfuerzos ni logros, eso los situaría en una “realidad inventada de inferioridad” que tienen de sí mismos. Definitivamente, no podemos esperar que ellos demuestren alguna felicidad por nuestras conquistas. Es lamentable de ver, pero cualquier cualidad positiva o meta alcanzada por otros, les genera inconformismo. 

Están completamente convencidos de que su felicidad, depende de una comparación constante basada en la competencia. No es muy difícil de percibirlos, ellos siempre están dispuestos a minimizar nuestros logros incluso, puede que, sí son muy tóxicos, intenten hacerte sentir mal por ser feliz. Generalmente, desenvuelven odio y rencor con facilidad, estos sentimientos terminan desencadenando múltiples enfermedades físicas y psicológicas.

Los Egoístas

A estas personas les cuesta mucho compartir. Y no se esfuerzan a menos que el compartir los lleve a satisfacer un deseo personal y, en ese momento, pueden hasta mostrarse agradables e incluso generosos. Son manipuladores por naturaleza y expertos en aparentar una personalidad diferente, ya que es necesario para poder alcanzar sus metas. Definitivamente, cuesta mucho confiar en estas entidades, puesto que su comprensión sobre la realidad no es beneficiar a los demás, sino siempre a sí mismos. 

Al estar condicionados por esta realidad, les es imposible generar vínculos donde se establezcan patrones comunitarios, donde la colaboración y el compartir es la base de la unión. Participar en actividades de este tipo los expone, puede que intenten cubrirlo con el individualismo y la competencia, ya que les cuesta mucho asumirse a sí mismos como egoístas.

Los Condescendientes

La condescendencia o el efecto de condescender significa: acomodarse al gusto o la voluntad de alguien por bondad o indolencia. Esta actitud es muy habitual en el ámbito donde se involucran jerarquías. Ya sea desde un profesor al alumno, el Guru al discípulo, los padres a sus hijos, en el ámbito de trabajo, etc. 

Estamos incluso bastante acostumbrados a tenerlo como método de comunicación normal y generalmente es poco evidente. Debido a esto, se transforma en un método de manipulación emocional a niveles generalmente intelectuales. 

GoVrindavan Los condecendientes

Es como una aguja que se introduce en la conversación, sin que nos demos cuenta, pero sentimos su presencia y sabemos que molesta. Podemos percibirlo cuando usan términos excesivamente simples de entender, o bien, cuando resaltan cuestiones demasiado básicas que generalmente se sobreentiende que comprendemos. Los blanco más comunes son los niños, subestimandolos, como si fuera una forma natural de relacionarse (aunque no debería serlo). Un ejemplo muy conocido sería la Frase: “cuando seas grande lo entenderás” o “Tu no entiendes porque no eres ….”.

Los Perezosos

Estas personas pueden llegar a ser muy tóxicas, más aún cuando están directamente relacionadas a nosotros. Tienen la tendencia a ser sucios, desaliñados, impuntuales y muy desorganizados. Consecuentemente, es muy inconveniente confiar en ellos. Es normal que dejen tareas pendientes y lógicamente, terminan haciendo que otros las terminen. Tienen un ejército de frases preparadas para la acción: “discúlpame, me olvide”, “estuve muy ocupado”, “Ufff, es que he tenido mucha faena”, “más tarde o mañana lo haré”, etc. 

Esto genera un gasto muy grande de energía, ya que altera la fluidez personal que nosotros tanto intentamos cultivar. Su asociación en esa conciencia no es productiva ni para ellos mismos ni para nadie que los rodee. Es esencial distanciarse de estas personas o ayudarlos a despertar y no cargar el peso de sus responsabilidades.

Las Personas Dramáticas

Estas entidades son bastante detallistas y generalmente agrandan todo como si fuera el fin del mundo. Carecen de una mentalidad de aceptación, les cuesta asumir las cosas que no pueden cambiar y consecuentemente se bloquean a la hora de actuar con lo que sí pueden cambiar. Bloquean nuestra percepción de la realidad estableciendo su dramatismo. Tienden a envenenar nuestra libertad de percepción con el negativismo. Interpretan situaciones, incluso anticipándose a resultados que no existen y así limitan nuestra armonía y sentido común.

Los Maltratadores

Estos pueden ser a veces considerados una de las peores personalidades, pero la verdad es que todas las personalidades tóxicas son finalmente maltratadoras. El maltrato es una realidad palpable en muchos aspectos, algunas veces bastante notorio y otras se oculta en lo más profundo de nuestra mente. La cuna del maltrato es indudablemente la familia. Pero inmediatamente salidos de la familia, es en la escuela donde un niño afianza la idea de que ser maltratado es una realidad “normal” de la vida humana. 

Lógicamente, cuando crecemos, nos toca interactuar con el trabajo y la sociedad en general y allí queda establecido en nuestras mentes que esa es la única realidad. Es muy fácil ser un maltratador en una sociedad, donde esta actitud es común y corriente, lo usamos incluso como mecanismo de defensa. Solo tenemos que tener en cuenta que el maltrato puede ser psicológico, físico, intelectual, psíquico y así se expande exponencialmente.

Reacciones al exponernos a las relaciones tóxicas

  • Pérdida de la calma y la armonía
  • Sensación de vulnerabilidad a nuestra autoestima
  • Desarrollo de ideas de culpabilidad o responsabilidades que no nos competen.
  • Manifestación de sensaciones de miedo y malestar cuando sabemos que la persona tóxica se acerca.
  • Imposibilidad de sentirnos libres en presencia de la persona tóxica.
  • Estar a la defensiva es una actitud natural cuando estamos cerca de ellos.
  • Percibimos una clara pérdida de energía después de estar con personas tóxicas, tanto psíquica como físicamente.

Generalmente, nuestra tendencia natural será culpar a los demás, por habernos relacionado con circunstancias o personas tóxicas. Antes de llegar a esta situación o ya habiendo llegado, tenemos que ser conscientes de nuestra responsabilidad en las situaciones donde nos metemos. Desde el primer instante que despertamos a nuestra propia toxicidad, veremos con más facilidad la de los demás. Consecuentemente, podremos ser parte del cambio.

Continúa en Relaciones Tóxicas (Segunda Parte)

Bendiciones para que todas nuestras relaciones, ya sean tóxicas o no, nos lleven a una comprensión más profunda del porqué tenemos las relaciones que tenemos y qué significa cada una de ellas, así como: qué enseñanza nos están brindando…

Nos vemos en el próximo post!!!

Radhe Radhe

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